viernes, 14 de diciembre de 2012


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¿Te cuento mi sueño de esta noche?

Atane Sanz

Tres sueños eróticos ,tres deseos

Cuidado con lo que deseas, se podrían cumplir


Ciencia ficción

Cualquier parecido con la realidad podría no ser solo coincidencia
Coincidieron en un chat, no sabía ni como había llegado hasta el, estaba aburrida, un poco deprimida, hacia poco había cumplido un año más, y su carácter abierto le hacía necesitar estar activa , hablar ,reír necesitaba ser ella misma otra vez, ser solo una mujer, aunque solo fuera por un rato La verdad es que no entendió muy bien por qué, pero desde el primer momento S.u.C. y ella conectaron, hablando con toda naturalidad, como si se conocieran de siempre; Pronto empezaron a decirse intimidades , a confesarse anhelos . Se contaron con todo detalle qué se harían el uno al otro si pudieran estar juntos, como la fallaría encima de una mesa, en una cama o de pie... El morbo que les causaba tener esas conversaciones calientes, aunque "por culpa" de eso S.u.C. en más de una ocasión no podía levantarse de la silla hasta que le bajara la erección, y ella notaba las braguitas demasiado húmedas. Las conversaciones sexuales, o más bien ciber-polvos se fueron haciendo más frecuentes, más explícitas, más calientes... hasta que un día, en pleno intercambio de mensajes muy subidos de tono, ya no pudieron más. Llevaban un tiempo haciendo esto casi cada día, y crecía el deseo de salir de esa pantalla que los unía y al mismo tiempo los separaba. Ella recibió un mensaje
_Te espero en mi escritorio
_¿?¿?¿?
Al principio se quedo parada, no sabía si iba en serio, o era el típico comentario que se hace en estos casos, segundos después una especie de mareo creció en su cabeza, se le nublo la vista, lo veía a través de la pantalla mirándola como siempre con esa media sonrisa traviesa que tanto le gustaba a ella; El bulto de su pantalón era inconfundible. Se le hizo un nudo en el estómago, parecía estar cayendo a un vacio sin limites, cada vez lo tenía más cercano como si la pantalla se hiciera más flexible, más amplia.
Se estremeció al escuchar su voz, su voz un susurro viril y erótico, que le llamaba _No lo dudes más.
Se metió en la pantalla, fue como tirarse a una piscina y su cuerpo atravesara el agua fría, para encontrarse sentada en su escritorio, frente a él, con la misma postura que adquiría cuando estaban conectados.
Clavó la mirada en su rostro y se dio cuenta que había dejado de respirar.
―Hola.

El corazón de S.u.C. golpeaba en su pecho, mientras ella bajaba sus pestañas. Sus dedos tocaron su nuca, tirando de él hacia ella con una presión suave. Y entonces su boca tocó la suya, con un beso completo, suave, y explorador.
Un calor surgió a través del cuerpo de el, encendiendo algo en su interior. Sin embargo, se quedó quieto como una estatua mientras una y otra vez, entre suspiros entrecortados, ella presionaba sus labios suaves, entreabiertos contra los suyos. Sus ojos se cerraron y su otro brazo lo rodeó. Él respiró fuerte y sus manos comenzaron a temblar mientras ella se acercaba aún más. Y más...
Con un gemido colocó rápidamente sus brazos alrededor de ella, atrayéndola contra él y capturando su boca con la suya. El deseo lo inflamó, caliente y feroz. Embistió con su lengua. Sus labios se separaron y su abrazo se apretó. Su corazón latía con fuerza. Sentía la presión de sus senos y las curvas de su cuerpo. Su perfume llenó su cabeza mientras la besaba, empujando su lengua un poco más profunda dentro de su boca con cada embestida.
Su sangre fluía velozmente por sus venas y su pone estaba dolorido. Él aumentó la presión de su abrazo y pasó sus manos sobre las curvas de su trasero, agarrándolo mientras se hinchaba contra ella. Su boca abierta aferrada a la suya, y sus dedos enredados en su pelo. Ella gimió y entonces jadeó, pero no podía dejar de besarla. No podía parar...de desnudarla, de desnudarse
Sus caderas se inclinaron contra ella.
Ella tembló de excitación y su sexo pulsó ella sintió los dedos tocando la palpitante, hinchada carne que alimentaba su deseo.
—Dios mío, tu clítoris estás tan mojada.
Él la abrazó fuertemente alrededor de su cintura mientras una vez, dos veces, una tercera vez deslizó sus dedos sobre sus pliegues empapados. Y entonces él la frotó.
El placer abrasador se disparó por el cuerpo de ella. Sus dedos se curvaron en el pelo corto en su nuca.
Ella se mordió los labios mientras sus caderas comenzaran a mecerse.
—Así. Así, —él urgió. —Córrete para mí. —La columna gruesa de su miembro empujaba contra ella, corta y apretada. Su mandíbula apretada mientras ella comenzaba a estremecerse. —Eso es. Córrete para mí… córrete.
—Sí, —ella jadeó.—¡Dios mío! ¡Oh, Dios Mío! Su pecho se alzo y su vagina se apretó. El cuerpo de él presionaba el de ella. Sus dedos la acariciaban. Todo se volvió tenso dentro de ella. Sus músculos se flexionaron. Ella jadeó en busca de aire. Y entonces su pasión estalló.
En un grito agudo, su cabeza cayó hacia atrás, mientras sus caderas se sacudían convulsivamente contra la presión de sus dedos, ella explotó en mil fragmentos diminutos. Jadeando y estremeciéndose, ella se derrumbó contra él mientras él parecía extraer cada brasa ardiente y aspirándola con su toque —hasta que no quedo nada.
Él se inclinó para besarla, y el beso estaba tan lleno de pasión como el primero. Ella curvó los brazos alrededor de él mientras su lengua descendió profundamente. Su corazón martilleaba y gimió mientras él mordía su labio inferior y lo chupaba.

A continuación, contuvo un gemido cuando sacó su polla por fuera de su ropa Ella contuvo el aliento. Liberada de sus límites, su pene se hinchó a su tamaño completo. Amplio y pesado, dirigió su enrojecida cabeza hacia ella. Ella lo miró sin vacilación y se lamió sus labios cuando se acercó. Sólo la proximidad de su rostro hacia su miembro le hizo apretar las bolas.
—¿Te gusta? —Sí. La sangre se precipitó con su entusiasmo, y un poco de pre-semen salió de la dolorida cabeza, empujó sus caderas hacia delante y puso su mano sobre las de ella guiándolas para que lo tocara.
—Está llorando, —dijo. —chúpamela. Ella bajó la mirada, y luego, sacando la lengua , lamió el líquido lentamente
El se puso tenso ante el toque cálido, suave, y la observó mientras se aprendía el sabor de él. sus ojos se cerraron por un momento y se humedeció los labios. Cuando ella lo miró de nuevo, sus ojos brillaban hambrientos. El tomó aire y otro chorro salado salió de inmediato y escurrió por su eje.
—Hay más. Lámelo todo. —A medida que ella lo hacía, esta vez sin pausa, contuvo el aliento. El pase largo y suave de la lengua contra su carne hinchada era el cielo. Y cada golpe hacía salir más fluido de su glande ardiente, que lamía sin pausa. todo su cuerpo se estremeció —Eso es bueno, —se atragantó.
Apretó los dientes al ver pasar los inflamados labios de ella sobre la cabeza de su pene. Sus ojos se cerraron cuando su lengua se arremolinó sobre el miembro. Tomó aliento y su sangre le tamborileó en los oídos. Ella empezó a deslizarse sobre él
Gruñó y se echó hacia atrás. Agarrando la base de su pene, la apretó con fuerza mientras mecía las caderas hacia delante de nuevo.
Ella rápidamente lo llevó a su boca caliente y, empujó un poco hacia abajo, comenzando a mamar con avidez sobre él. sus labios ajustados alrededor de su eje.
Haciendo una respiración profunda, se quedó mirandola. Tenía los ojos cerrados, pero se veía hermosa con la cabeza de su polla en la boca. Entonces empezó a girar la lengua por la cabeza tierna y caliente.
—Eso es bueno, nena, —murmuró, acariciándole el cabello. —Eso es tan bueno.
Ella alzó los ojos hacia él, y estaban tan desenfrenados por el deseo que una nueva sacudida de lujuria lo atravesó. Los músculos de las caderas y los muslos temblaron por el esfuerzo que le llevó a permanecer inmóvil. Poco a poco, inhaló aire por la nariz. Debía retirarse, pero parecía no poder moverse a sí mismo. —Te gusta, ¿no?—Muéstrame cómo te gusta.
Ella cerró los ojos y abrió la boca para tomar más de él. se puso tenso al ver sus labios a su alrededor. Luego se estremeció y contuvo el aliento cuando empujó más profundo, acariciando la parte inferior de su pene con la lengua.

Suavemente se retiró de su boca para no correrse Ella contuvo el aliento mientras le quitaba el sujetador y luego arrancaba los restos de su ropa. Sintió que sus mejillas se calentaban con una descarga de incomodidad. Tenía el rasgo familiar de poseer unos pezones gruesos, distendidos. Ahora, con su excitación, estaban vergonzosamente grandes. Ella se retorcía mientras la miraba. Pero luego tragó saliva cuando alzó los ojos hacia su mirada oscura. Un escalofrío caliente pasó a través de ella, entonces se estremeció mientras pasaba los dedos a lo largo de las curvas exteriores de sus pechos
Un cosquilleo agudo se filtró por debajo de la piel mientras él le rozaba los dedos con firmeza sobre sus pezones poniéndolos tensos. Luego se abalanzó, cubriéndolos con su cálida boca y empezó a chupar con firmeza. Jadeando y gimiendo, arqueó la espalda por el placer intenso y palpitante. Era como si le estuvieran tirando de algún lugar profundo dentro de ella. Y cuanto más la chupaba, más se retorcía ella. Se estremeció y se tensó contra él, aún así, sin embargo, se alimentó de ella, lamió su pezón y luego chupó más fuerte antes de finalmente permitir que se hundiera dentro de su boca. Era más grueso y más grande que nunca. Estimulando el otro pecho, rápidamente puso al otro pezón en el mismo estado de excitación. Su vagina se apretó con fuerza. La sensación fue maravillosa. Su boca devoradora la hizo creer, que en su deseo, él podría de alguna manera, realmente consumirla Tendiéndose de lado, el frotó su pesada erección contra su muslo. Grandes y distendidos, sus pezones palpitaban se sentían calientes y su piel hormigueaba.
Sus caderas se sacudieron incontrolablemente y sentía una humedad espesa, resbaladiza y caliente, entre sus piernas. Se oyó jadear cuando él se detuvo. Sus ojos parecían brillar y la humedad se derramaba abundantemente de la cabeza llena de su pene en su muslo.
Su clítoris comenzó a palpitar por la liberación.
—¡Por favor! Por favor, tócame! Cuando sus dedos se pusieron entre sus piernas. Ella gimió y sus caderas se levantaron bruscamente. Estaba empapada. El corazón de ella se aceleró. Gimió y levantó las caderas, mientras le frotaba la mano entera en su carne resbaladiza. Luego presionó el talón de la palma contra su clítoris torturado y sus dedos se deslizaron junto a sus pliegues exteriores, frotándole la abertura de su coño. Caliente, la pasión palpitante la quemada. Ella subió contra él. Y cayendo entre sus piernas, abrió la boca sobre sus pliegues lisos, húmedos. Ella contuvo el aliento y se estremeció de nuevo. Pero él siguió adelante, y un grito rasgado se arrancó de ella cuando su lengua lamió vorazmente, sus labios, nariz, y barbilla frotándose contra su sexo caliente. su cuerpo se estremecía. Y luego la boca de el se trabó directamente sobre su clítoris. Ella abrió la boca y los dedos de los pies se le clavaron en la cama, cuando la sangre palpitó con más fuerza en el corazón de su sexo. Se estremeció y tembló

mientras la lamía sin descanso, y luego se congeló cuando sus dedos entraron dentro de su vagina mojada. Todo pensamiento se derrumbó sobre sí mismo. Sus caderas se lanzaron hacia arriba. Su cabeza le daba vueltas y su cuerpo se apretaba. Y todavía la lamía y la frotaba, y apuñalaba su cuerpo más y más fuerte. Tensa como una cuerda de arco, se movió más y más rápido. Ella jadeaba y jadeaba.
Nada importaba, solo la liberación. Su parte inferior se levantó de la cama mientras se retorcía y se frotó contra él descaradamente. Y entonces como un trueno, se corrió. Sus piernas cayeron lenta y débilmente sobre la cama, el se quedó entre las piernas, chupando la cara interna de su muslo durante un buen rato antes de gatear sobre ella., frotando con fuerza su miembro chorreante Agachándose sobre ella, la levantó de la cama y la envolvió en su abrazo. Brazos y piernas envolviéndola, posó besos en su pelo mientras presionaba su pene sensualmente contra su vientre.
Gimiendo, ella abrió la boca contra su cuello, aspiró y pasó su lengua por su tensa piel.
Gimió y la abrazó con más fuerza. Pero luego se apartó, los ojos le ardían con lujuria. —Haces que mi pene se ponga duro.
La besó profundamente en la boca mientras recorría sus dedos por la apertura húmeda de su vagina. Jadeó y sacudió sus caderas, pero luego se quedó en la cama, pasando sus dedos húmedos sobre su lengua cuando se sentó a horcajadas sobre ella. Se le aceleró el pulso cuando él metió sus manos en sus cabellos y, bajándose a sí mismo, frotó su pene carnoso y sus testículos hinchados contra su rostro.
Un estremecimiento sacudió su cuerpo, y, a su paso, una pasión animal la atravesó dejándola sin vergüenza ni inhibición. Se deleitaba en la sensación de la columna venosa de su erección dura y suave contra sus mejillas, su nariz, su barbilla. Lo olía y sabía lo que quería así que abrió la boca.
—Eso es, utiliza tu lengua. Ella trazó una franja húmeda contra toda la longitud de él. Una y otra vez acarició, salvaje por el sabor del líquido salado que le corría por el eje, y desesperada por envolver sus labios alrededor de la fuente.
—Lame mis pelotas. La vagina de ella pulsó. Sin pausa, paso la lengua sobre él.
—Eso es bueno, ahora chúpalos. El contuvo su goteante miembro y miró como su lengua jugaba con su carne. Jadeando, su mano se movió con fuerza sobre su erección.
Ella apenas pudo tomar aliento antes de que rápidamente empujara toda ella de color rojo oscuro en la boca. cerró los ojos en apreciación sensual mientras chupaba la cabeza jugosa con afán . Era tan suave, lisa y aterciopelada. Le encantaba la sensación de ella contra su lengua. Le encantaba la dureza por debajo de la suavidad. Y le encantaba el líquido salado que chupaba de la apertura dilatada en la punta.

Ella sintió que sus manos tocaban su pelo y luego comenzó a moverse en impulsos cortos y lo abrazó con fuerza con los labios. —Mírame. Ella levantó la mirada. Su vagina se apretó con ansiedad, pues sus ojos mostraban un fuego feroz. Empujó y luego se retiró, sólo para empujar otra vez más profundo.
Suspiró por la sensación de tenerlo en su boca y su centro palpitó con una necesidad caliente y árida. —Eso es bueno, —jadeó. —Ahora ábrela para mí. Ábrela más.
Sus palabras y el sonido de su voz trabajaron sobre ella como un afrodisíaco. Parpadeó sensualmente y abrió más la boca. El hizo una mueca mientras empujaba lentamente dentro ella y sus caderas se pusieron tensas cuando sintió la carne más gruesa empujar en su boca. Justo cuando pensaba que no podría soportarlo más, se retiró. Ella respiraba con dificultad, pero luego empujó de nuevo. Lo hizo una y otra vez, y con cada nueva embestida sintió que se le humedecía la boca y su mandíbula se relajaba. Con cada nueva embestida, sintió que él se deslizaba más profundo. Y luego la cabeza lisa tocó el fondo de su garganta, y esta vez no se retiró.
Ella respiró por la nariz. Tenía los labios apretados alrededor de su gruesa erección, y podía sentir el conducto que dejaría salir su semen, presionando su lengua. Su boca estaba llena de él Agarrándola por barbilla, la levantó, estirando su garganta. Entonces, con una mano en su pelo y la otra alrededor de su polla, empujó de nuevo en ella, presionando y presionando hasta que su miembro estuvo apretado contra la parte posterior de su garganta. Ella gimió y sus ojos se llenaron de lágrimas, mientras su vagina lloraba. El la mantuvo en su lugar, murmurando: —Sí, sí. —Entonces comenzó a mecer sus caderas, sólo un poco, haciendo que la cabeza de su pene se frotara con firmeza contra la superficie sensible. La saliva le manaba de la garganta —Eso es dulzura, —dijo con voz pastosa.
Y entonces empujó duro contra ella, obligando a su carne gruesa a apretarse contra su garganta. Su boca se estiró y se lleno de él. Sus caderas se inclinaron y giraron, y su vagina llameaba con la necesidad de ser poseída.
Se sumergió más rápido y más profundo, su jadeante voz era el único sonido por encima de su propia respiración corta. Ella no lo detuvo. Y con cada furioso empuje, su pene parecía hundirse más profundamente, llenando y estirando la totalidad de su garganta. Sus piernas extendidas se apretaron y sus caderas se levantaron bruscamente. Era implacable y exquisito. El grito salvaje de el rompió el aire. Y en su boca, ella notó la vibración de su eyaculación dentro de su pene antes de que se derramara en su garganta, su semen fue una marea fuerte y fluida que provocó que ella se corriera también.
Fueron unos cuantos minutos o quizá horas pero permanecieron abrazados, saboreando los últimos temblores del éxtasis Pudo ver una chispa de alegría y complicidad en los ojos de S.u.
_Ha sido fantástico. Mejor de lo que esperaba
_Mejor que cualquiera de esos polvos por Cam.
Se dieron un largo y cariñoso beso antes de cerrar los ojos. Diez minutos después al abrirlos volvía a estar frente a la pantalla de su P.C.
El, un poco alborotado y la ropa a medio arreglar con una sonrisa le miraba desde su pantalla y un aviso de mensaje en el ordenador de ella parpadeaba
_Para cuando el próximo, morena? :)
Fin?


La llamada


Esta vez la escucharía, utilizaría hasta el último recurso para recuperarlo, no sabía lo que había fraguado la que sería su futura cuñada, pero tendría la oportunidad de defenderse
-cuando coja el teléfono le daré motivos para pensar en mi.
El teléfono empezó a dar tono, dos, tres, empezaba a ponerse nerviosa
-coge el teléfono
Cuatro, cinco, estaba a punto de colgar cuando la voz más sensual que jamás escucharan sus oídos le llenaron de deseo, de rabia, y sobre todo venganza.
-Sí, dígame, ¿Con quién hablo?
_No digas nada amor,_ comenzó ella, no quería que él tuviera la oportunidad de colgarle el teléfono tenía que llevarlo a su terreno, allí donde sabia que él no podría resistirse.
Ella puso su voz más sexi, y como en un susurro que presagiaba un calor infernal comenzó su monologo
-Imagina amor que estamos en una playa,de arena blanca,el sol quema nuestra piel recalentada y una suave brisa tiene piedad de nosotros, estamos solos , tumbados juntos , casi desnudos”
-Humm. Veo lo que quieres decir”
Ella sonrió.
-Ahora imagina que me doy la vuelta para ponerme frente a ti. Besas mi hombro y te entretienes trazando líneas debajo del bikini, Cuando de repente hundes un dedo entre mis piernas, no puedo controlar un gemido, y tienes que besarme
-Oh, sí. Estaba deseando poder hacer eso- Dijo el en voz baja.
-Tus labios son suaves y calientes y tu boca sabe a deseo. Nuestros labios y lenguas bailan e intentamos recuperar el aliento”
-Si – el estuvo de acuerdo con la voz jadeante.
Ella podía oír su respiración más rápida.

-¿Entonces qué sucede?
-Besas mi mandíbula mi cuello. Tu lengua encuentra mis pechos. Diseñas un círculo alrededor del oscuro pezón algunas veces, luego, lo tomas en la boca. Adoro sentirte moviendo la lengua a su alrededor, lo chupas hasta que me haces gritar de placer”
-Ahora, el otro- Pidió él con voz vacilante.
-Si, mi amor, ahora besas el camino hacia el otro y lo tratas con el mismo placer-
Cogiendo el teléfono con fuerza él tuvo que ajustar los pantalones para acomodar su creciente erección.
Ella deseó poder ver su rostro, pero solo podía imaginarlo por la respiración entrecortada que salía del auricular del teléfono
-Pero eso no es suficiente para ninguno de los dos. Te arrodillas y haces un camino de suaves besos desde el vientre hacia mis invitadores rizos . Frotas tu rostro sobre ellos, saboreando la textura del pelo rizado contra tu piel”
¿Qué hago luego? Preguntó susurrante.
-El sol está quemando y estas en un estado de ánimo perezoso y juguetón. Pones tus brazos a lo largo de mis muslos separándolos para que no los junte, y lanzas tu lengua entre mis labios para encontrar mi clítoris. Está duro al golpearlo con tu toque. Con la punta de la lengua lo frotas un poco.
-Más. Quiero tocarte más” Insistió el.
Te arrodillas entre mis muslos, pellizcando, chupando, hasta que grito pidiéndote que te introduzcas en mi
Realmente, se lo estaba imaginando mientras ella hablaba.
¿Puedes sentir como tu lengua frota mi clítoris? Sientes el sabor tan dulce que buceas donde mis jugos están fluyendo”
-Sí, puedo sentir tus jugos, no llevas nada y puedo introducir mi lengua bien hondo para conseguir lo suficiente de tu dulce néctar.
- Pero aun así no es suficiente. Agarras mis hombros para tirarme sobre ti, para besarme profundamente. Siento mi propio sabor en tu lengua y gimes, mientras profundizas el beso. Empujas tus caderas para liberar tu dura polla contra mi vientre. Giras las caderas y sin ayuda de mi parte, diriges tu polla latente en mi interior. ¡Dios, te deseo tanto!, estoy a punto de explotar
.¿Luego qué? ¿Qué vamos a hacer? Murmuró el
“Sigues un ritmo acelerado desde el principio, porque puedes sentir que estoy caliente y húmeda, con una necesidad frenética igual a la tuya. Pero sólo para estar seguro de que encontrarás mi placer, deslizas la mano entre nosotros encontrando mi clítoris con tu pulgar. ¿Lo sientes?
-¡Si, lo siento!. -Sus ojos se cerraron mientras se concentraba en lo que ella estaba diciendo.
-El clítoris está duro, sensible, aumentando mi placer cada vez que lo empujas, llevándome a la cima
-Sí, sí. Hazlo córrete para mi nena
-Sí, vamos cada vez más rápido. Y entonces llegamos al orgasmo.-Ella bajo aún un poco mas su tono de voz para parecer que le jadeaba al oído
-Ahora, amor. Córrete para mí ahora. Me estas montando fuerte y tu pulgar golpea mi clítoris. Tienes que correrte. Hazlo conmigo. Venga, amor. Vamos
-¡Si, oh, Dios!, yo..- Gritó mientras el orgasmo lo atravesaba.
Lentamente se enderezó y, una vez que el espasmo pasó, se sacudió, colocándose bien el auricular.
-Su voz ronca por el placer, por fin pudo preguntar-Dime ¿quién eres?, Dónde puedo encontrarte?
-¿Mateo?
-No, soy Pedro y soy tuyo
-Ahhhh!! Lo siento me he equivocado
-No, no, espera dime como puedo…….pib, pib, pib
Y la llamada se cortó



Mi desconocido


Los días pasaban lentamente para Pedro, no tenía la mente para nada más que encontrar a su amante desconocida, la voz de ella le había llegado a lo más hondo ,su piel se dolía por el deseo de ella, había probado todos los números posibles para localizarla pero no la encontró, aun le quedaba uno del que lo había logrado respuesta, era su última esperanza para encontrar la mujer que se acoplaba a sus deseo como una segunda piel, la única que había conseguido que tuviera una erección desde el accidente.
Hacía más de un año que un conductor bebido le había arrebatado todo lo que amaba, dejándolo postrado en una cama durante más de seis meses y segando la vida de la que había sido su amor desde el instituto.
El chirrido de los frenos le sacó violentamente de su sueño y le transportó a su pesadilla. Había ocurrido hacía más de un año; Había estado tan increíblemente feliz. Ella era profesora de la Universidad local, y disfrutaba de su trabajo inmensamente y era una de las personas más inteligentes que conocía.
Pero tenía que dejar el pasado atrás, ella hubiera querido que fuese feliz, y ahora tenía que encontrar a su desconocida.
Sentía en su interior que con ella podía ser él mismo ,sin máscaras, que podía dejar de ser un macho dominante, no es que no disfrutara del sexo ,lo acepto con su prometida por amor, pero siempre se sintió un farsante, no podía soportar la mirada de reproche cuando en alguna ocasión le había pedido a su novia que le diera unas palmadas en el culo, imagina que habría sucedido si le hubiera pedido que lo atara de pies y manos…
El paseo se había con vertido en su terapia. Le ayudaba a salir de casa diariamente, a fortalecer las piernas y a hacerle sentir más cómodo con el hecho de estar afuera de nuevo. Al principio, fue un pequeño triunfo haberse alejado de su casa. Cada día que lo hacía, se sentía mejor. Pronto, la caminata se había convertido en un hábito y eso en sí mismo le hizo sentir bien.
Pero requería sólo un momento para llevarle de regreso al tembloroso y trepidante revoltijo en que me había convertido después de la muerte de su novia.
―Señor, ¿estás bien?
Enfocó nuevamente y encontró frente a si una mujer con un delantal negro
__Está muy pálido, voy a llevarle dentro
―No, voy a estar bien. ―Empezó a sentirse mareado y de repente, un brazo delicado estaba a su alrededor y estaba siendo llevado en dirección a la puerta.
―Estoy bien, ―insistió, pero la mujer no escuchaba.
―Aquí tienes. Siéntate aquí.
y se sentó en una dura silla de madera. Sus manos temblaban y enlazo los dedos en un intento de calmarlas.
―Tengo que irme. Estaré bien…
―Te quedarás ahí, ―ordenó. Su tono de voz no permitía una respuesta, así que se quedó donde estaba.
―Toma, bebe sorbos lentos. ―Presionó un frío vaso en su mano, y tomó un pequeño trago de agua.
―Muchas gracias. ―Sonrió, y ella asintió con la cabeza. Su cabello ondulado se agitó y cayó alrededor de su frente y ojos color chocolate. Se sintió abrumado por su olor por un momento. Estaba rodeado de la esencia de la vainilla y del chocolate
Pero sólo podía olerla a ella. Olía como un pastel de especias, canela y naranja combinadas con un toque que era puramente femenino e, incluso a través de su aturdida conmoción, sintió el estremecimiento de la excitación.
―¿Qué te pasó? Pensé que ibas a desmayarte.
__Tu voz! Yo te conozco, eres….. la mujer de la llamada, Dios me he vuelto loco buscándote, y estas aquí, soy Pedro ¿me recuerdas? Dime que si me recuerdas, he llamado a todos los números que podían ser parecidos al que recordaba, incluso pedí una copia de las llamadas a la compañía y solo uno nunca contestó
―Bueno, sí, en cierto modo. Yo…..Soy Emma. ―Sonrió―Me levanto a las cuatro de la madrugada todos los días. Cuando cierro a las tres y media, me voy arriba y derecha a la cama.
Me despierto para hacer lo que me gusta. Eso hace de cada día un placer.
__Si, sentí ese placer hace unos días con una llamada telefónica
―No sé cómo te las arreglas para trabajar aquí día tras día. Yo estaría comiéndome toda la mercadería, ―dijo―. Simplemente el delicioso aroma es suficiente para hacerme agua la boca.
El aire estaba denso con la vainilla, la crema y el chocolate, con ese especial ligero aroma a horneado
La lujuria martillada a través de su corriente sanguínea, desesperada para salir.
―Creo que ya es hora de decidir cerrar, ―dijo y caminó hacia la puerta atravesando la tienda ahora vacía―. No creo que venga nadie más por hoy.
Tomó su mano cuando pasó de largo. Para ella parecía una acción natural. Para él, tenía la impresión de que le estaba reclamando, marcándole como suyo. Sus dedos eran largos y suaves, y agarraron los de él con fuerza pero con una ternura que le quitó el aliento. Caminaron juntos alrededor de la parte visible de la tienda hacia atrás y entraron a la cocina. Ella llevaba la delantera. El la seguía. Disfrutó de su toque y descubrió su olor. No era nada pretencioso, ninguna colonia o producto caro. Era sólo una sugerencia de un jabón fresco con un toque de naranja y algo más exótico.
―Éste es mi santuario, ―anunció cuando entraron en la enorme cocina industrial. En el centro había una gran mesa de madera con patas gruesas y una parte superior muy usada, alrededor de las paredes había hornos y repisas, a los lados, acero inoxidable y un enorme fregadero―. Es mi orgullo y mi placer.

―Me encanta esta mesa. ―El pasó la mano a lo largo del caliente y suave borde. Sintió la ondulación de las vetas gastadas por el paso del tiempo debajo de sus dedos, el ligero barniz y la mesa obviamente antigua.
Justo cuando contemplaba preguntar acerca de su historia, su mano se resbaló, golpeando un tazón plateado que hizo un ruido metálico y derramó el contenido completamente sobre la mesa.
―Oh, maldición, lo siento. ―El brillante chocolate de buena calidad se desparramó por completo sobre la limpia superficie y formó un enorme lago pegajoso. La cálida y envolvente esencia llenó el aire y le hizo desear saborearlo―. Déjame limpiarlo. ¿Tienes algo que pueda usar?
―Sí, ―dijo ella, quitando el tazón plateado de la parte superior de la mesa―. Tu lengua. Puedes lamerlo.
La miro. No estaba bromeando. Su rostro estaba serio. Era una orden, pero vio un indicio de diversión en las marrones profundidades de sus ojos. Estaba jugando con el.
―Espera. No quiero que te ensucies con este desastre. ― Le dio la vuelta para enfrentarlo, sus manos en las caderas de él. Levantó su jersey, y el levantó los brazos para que pudiera quitárselo completamente.
Cuando Pedro intento protestar ella le detuvo con su intensa mirada, que lo devoraba
―Ahora limpia el desorden que hiciste. Vamos. No tengo todo el día.
Miró hacia la mesa enfrente de él. El charco estaba ubicado hacia la mitad de la mesa. Aspiró profundamente y obedeció su orden. Tuvo que moverme para acercarse al borde de la mesa e inclinarse justo sobre éste para llevar su lengua al charco de chocolate
Era extrañamente erótico, la madera debajo de ancho pecho y estómago, el chocolate embarrando su piel donde le tocaba, y la acción de lamer hacía que varias imágenes sexualmente explícitas se proyectaran en su mente. Abrió los ojos y miró directamente hacia adelante. Emma estaba allí, poniéndose en cuclillas para que su cara quedara al nivel del borde de la mesa, y clavó fijamente los ojos sobre la lengua de Pedro.
El continuó lamiendo el delicioso chocolate delante de ella. Emma se acarició los labios con su lengua y el sintió su polla contraerse de placer.
―Sigue lamiendo, ―ella le ordenó. El se preguntaba qué estaba haciendo, imaginando que eran sus pechos, sus muslos, su coño, entonces se estremeció por la sorpresa cuando las manos de ella asieron sus caderas.
Bajó la cremallera de su pantalón, y éste cayó al suelo. Estaba a punto de protestar, pero ella le silenció con una fuerte orden.
―Silencio.
Siseó cuando su mano hizo contacto con el trasero de Pedro con una pesada palmada
―Silencio. Voy a castigarte si haces ruido.
Era lo que él siempre había querido. El encarnizado aguijón de su mano golpeando sobre la carne de su trasero y cambiando a placer ronroneando en su polla. Sus palmadas llovieron abajo más duras, e intentó lo mejor que pudo para no hacer ningún sonido.
―Correcto, bien, ―gruñó ella―. Estira los brazos directamente delante de ti.
El vaciló.
―Ahora, ―dijo Emma, el chocolate resbaló a lo largo de cada extremidad cuando las extendió hacia adelante a través de lo que quedaba del charco. Ella

caminó a su alrededor hasta detenerse frente a él otra vez, su delantal en su mano. Enrolló la tela de algodón alrededor de las muñecas de el y las ató con un nudo de manera que las manos quedaran inmóviles por encima de su cabeza.
―Bien. ―Levantó una espátula de madera de la mesa de enfrente, la de la clase con pequeños huecos rectangulares bajando hacia el centro. y volvió a dar media vuelta otra vez saliendo de su vista. Se preguntó cómo terminó así, atado, cubierto de chocolate y a merced de ella. Sólo podía pensar que Emma había captado la secreta sumisión de su alma y se sentía impotente para resistirse a su dominación.
La palmada de la espátula fue más suave y aún así más tortuosa que el golpe de su mano. y el golpe y el aguijón sobre sus nalgas le hicieron gritar de dolor y
excitación.
―Hermoso, ―dijo, mientras sus dedos suavemente trazaban los puntos del impacto, su tierno toque excitándole incluso más que la paliza, y deseó ardientemente más de eso. Después de cada palmada de la espátula, sus dedos suavizaban su carne, y comenzó a darle la bienvenida a lo mordaz como el preludio de su sensual caricia.
―Suficiente, ―dijo con voz enérgica―. De pie, gírate de frente a mí.
El se enderezó, doblando sus codos y llevando sus manos atadas juntas como si la estuviera venerando como mi líder. Ella le miró por un momento, su mirada dirigiéndose a las manos atadas, al pecho manchado con chocolate
Emma se arrancó de un tirón su camiseta, su delantal ya estaba envuelto alrededor de las muñecas de Pedro, y se acercó. Le empujó hasta que su trasero quedó al nivel de la mesa. Las piernas de ella descansando entre los muslos de él, sus brazos alrededor de la cintura, fue extraño su acción pareció mucho más íntima, mucho más sexual que cualquier cosa que había pasado antes. Cuando se ubicó entre sus muslos
Ella ahuecó sus mejillas con sus suaves y ligeramente pegajosas manos y se acercó para un largo, y exigente beso.
Pulsó el deseo a través de él y encontró todo lo que estaba exhibido allí, donde sus labios se tocaban y se encontraban. Él podía sentir lo excitada que ella estaba. Olía su propio pesado almizcle sexual y estaba seguro de que ella podría hacerlo también, lo desesperado que estaba por esto, por ella. Se sintió fortalecido cuando Emma forzó su lengua entre sus labios y el presionó la pelvis hacia arriba, anhelando sentir sus dedos, su lengua en su polla empujando dentro de ella
―Joder, eres caliente, ―gruñó mientras ella se alejaba de sus labios y besaba hacia abajo de su cuello, chupando y lamiendo. Tenía que chupar duro para quitar el chocolate de su piel, y disfrutó especialmente de este tratamiento sobre su pecho y sus pequeños pero sensibles pezones.
Entonces le empujó encima de la dura y fría madera. El chocolate ahora estaba apenas líquido, pero igualmente sintió los últimos vestigios de humedad adhiriéndose y avanzando debajo de su espalda. Levantó las piernas de él, cuando otra palmada calentó su trasero, y gimió de placer.
―Joder, ―gruñó el después de algunas palmadas más―. Te necesito.
―Oh, eso está mejor, ―dijo, entre las piernas de él y bajando sobre su estómago y despreocupadamente sobre su polla. Se retorció de éxtasis cuando inclinó la cara y sus labios y lengua lo devoraron.

El sexo y el chocolate eran un perfume intoxicante. El amargo cacao parecía envolverse alrededor del dulce pesado almizcle de su sexo, creando un olor imposible de resistir, y lo inhaló cuando ella le comió.
Su boca era divina, su toque bendito. Tembló con cada golpecito de ella, y se derritió debajo de su lengua más rápido que el queso sobre una parrilla. Ella no vaciló, no refrenó nada, ni siquiera una vez, y cuando el se corrió con violentos espasmos, los brazos por encima de su cabeza, atado y dominado, se entregó a ella completamente.
Su respiración estaba entrecortada cuando se alejó de él. Pedro escuchó el cierre de sus pantalones y el suave golpe de ellos golpeando el piso. Sintió sus manos sobre sus nalgas, arrastrándose sobre el
Su polla era pesada y dura, y descansaba a lo largo de su vientre hasta el ombligo. Gimió y bombeó sus caderas, pero no entró en ella. En lugar de eso, Emma se frotó a sí misma vigorosamente a lo largo de él. Su polla y bolas resbalaron en sus jugos y se deslizaron de arriba a abajo por los pliegues mojados e hinchados sin esfuerzo.
―Fóllame, ―imploró, después de lo que pareció que hacía una eternidad que su coño le estaba provocando―, oh, por favor, por favor, Emma, fóllame.
―Dado que lo suplicas tan amablemente, ―podía oír la sonrisa en su voz―, lo haré. ―Y con eso se empalo ella misma en la dura erección.
―Sí, ―exclamó cuando su eje entero entró en ella―. Joder, sí. ―No se contuvo. No pensó en su placer. Simplemente la folló como quería, como lo necesitaba
Sus pechos se mecían y rebotaban mientras él se introducía dentro , su agarre sobre sus caderas dolía muy eróticamente.
Él gruñía y maldecía y gemía de placer. Sus ojos estaban cerrados, y su cabeza echada hacia atrás para impartir hasta la última gota de energía en su empuje.
―Voy a correrme. ―Las palabras salieron de su boca con urgencia―. Voy a correrme, Emma. Oh, joder, voy a correrme.
―Sí, ―gritó cuando sus dedos se clavaron más profundamente en su carne―. Sí, ―exigió mientras su polla se zambullía más hondo y más rápido―. ¡Sí! ―Explotó cuando él rugió. Su semen la llenaba mientras su polla se estremecía y estimulaba más las apretadas paredes vaginales.
Se retiró de él, y él se incorporó. Desató sus muñecas y las frotó suavemente
Se envolvieron en un abrazo, y Emma apoyo la mejilla sobre su hombro, felices y contentos por primera vez, bueno, una muy larga primera vez ciertamente, para ser dos desconocidos

Fin

lunes, 10 de diciembre de 2012

http://www.bubok.es/libros/219660/Frio-como-el-fuego


Cap.1
La tenue luz de una farola iluminaba el coche sin marcas estacionado en la calle,
_No sé cómo podéis aguantar este maldito frío, alguien debería decir en el departamento que los dispositivos serian más fructíferos si dispusiéramos de algunas comodidades, incluida la calefacción. _Protestó Max Radal, el nuevo compañero de Rob, se había ofrecido voluntario; Era un tipo de risa fácil y cara de duende que aún creía que todo el mundo necesitaba una segunda oportunidad.
_Llevamos más de dos horas vigilando el maldito antro y se me están congelando las pelotas, creo que a Mari no le va a gustar mi cambio en el tono de voz, amenaza con pedirme la identificación cuando llegue a casa.
Robert no quito la mirada del edificio que tenía delante, estaba seguro que entre el tumulto de gente que entraba y salía del Candís Club se estaba negociando con uno de los mayores negocios fraudulentos de los últimos tiempos, muchas de las caras que veía pasar eran camellos habituales y prostitutas.
Sus ojos azul marino tenían fama en el sector femenino de la agencia, una mezcla exótica que contrastaba con su pelo rubio y sus facciones rudas, acompañado de un cuerpo musculoso y bien formado, que parecía más un modelo de publicidad de ropa interior.
Todo un depredador de mujeres.
El sector masculino tenía una imagen muy diferente, lo veían como un hombre un tanto oscuro y reservado que apenas se dejaba conocer.
_Deja de quejarte Max, estamos en Noviembre y la temperatura es normal, ya hace dos años que viniste de la soleada Florida ¿No es tiempo de que te aclimates? Estoy cansado y no tengo ganas de oírte lloriquear toda la noche.
_No todos tenemos la suerte de nacer en uno de los estados más frío de Norte América, ahora entiendo porque te llaman el hombre de hielo.
_Olvídalo Max, creo que no es por mi lugar de nacimiento, me lo pusieron cuando le pegue un tiro a mi anterior compañero por quejarse demasiado.
_Ahí está. Todos en posición vamos a entrar. _Se pusieron en alerta cuando el Sedan negro entro en el callejón, era obvio que el dueño del local había llegado, el afro-americano que descendió del vehículo media casi dos metros, cubierto con un abrigo de armiño, pantalones hechos a medida color blanco, camisa de cachemir y más cadenas de oro que Míster T